Cómo mantener una relación
Se ha demostrado que las relaciones saludables aumentan nuestra felicidad, mejoran la salud y reducen el estrés. Los estudios demuestran que las personas con relaciones sanas tienen más felicidad y menos estrés. Hay formas básicas de hacer que las relaciones sean saludables, aunque cada relación sea diferente. Estos consejos se aplican a todo tipo de relaciones: amistades, relaciones laborales y familiares, y parejas románticas.
Cómo mantener una relación
- Mantenga las expectativas realistas. Nadie puede ser todo lo que queremos que sea. Las relaciones sanas implican aceptar a las personas tal y como son y no intentar cambiarlas.
- Hablar con el otro. Nunca se dirá lo suficiente: la comunicación es esencial en las relaciones sanas.
- Tómense el tiempo necesario. Esté realmente presente.
- Escuche de verdad. No interrumpas ni planees lo que vas a decir a continuación. Intenta comprender plenamente su perspectiva.
- Haga preguntas. Demuestre su interés. Pregunte por sus experiencias, sentimientos, opiniones e intereses.
- Comparta información. Los estudios demuestran que compartir información ayuda a entablar relaciones. Deja que la gente sepa quién eres, pero no abrumes con demasiada información personal demasiado pronto.
- Sea flexible. Es natural sentirse incómodo ante los cambios. Las relaciones saludables permiten el cambio y el crecimiento.
- Cuida también de ti mismo. Las relaciones sanas son mutuas, con espacio para las necesidades de ambas personas.
- Sé fiable. Si haces planes con alguien, cúmplelos. Si asumes una responsabilidad, cúmplela. Las relaciones sanas son de confianza.
- Pelea limpio. La mayoría de las relaciones tienen algún conflicto. Sólo significa que no estáis de acuerdo en algo; no tiene por qué significar que no os gustéis.
- Cálmate antes de hablar. La conversación será más productiva si la mantienes cuando tus emociones se hayan enfriado un poco, para no decir algo de lo que puedas arrepentirte después.
- Utiliza las declaraciones «yo». Comparte lo que sientes y lo que quieres sin asignar culpas o motivos. Por ejemplo: «Cuando no me llamas, empiezo a sentir que no te importo» frente a «Nunca me llamas cuando estás fuera. Supongo que soy la única que se preocupa por esta relación».
- Mantén un lenguaje claro y específico. Intenta describir con hechos el comportamiento que te molesta, evitando criticar y juzgar. Ataca el problema, no a la persona.
- Céntrate en el tema actual. Es probable que la conversación se atasque si acumulas todo lo que te molesta. Evita usar el lenguaje de «siempre» y «nunca» y aborda un tema a la vez.
- Asume la responsabilidad de los errores. Discúlpate si has hecho algo mal; eso ayuda mucho a enderezar las cosas.
- Reconozca que algunos problemas no tienen fácil solución. No todas las diferencias o dificultades pueden resolverse. Sois personas diferentes y vuestros valores, creencias, hábitos y personalidad no siempre están alineados. La comunicación contribuye en gran medida a que os entendáis y abordéis las preocupaciones, pero algunas cosas están muy arraigadas y puede que no cambien significativamente. Es importante que descubras por ti mismo lo que puedes aceptar, o cuándo una relación ya no es saludable para ti.
- Mantén tu vida equilibrada. Los demás contribuyen a que nuestra vida sea satisfactoria, pero no pueden satisfacer todas las necesidades. Encuentre lo que le interesa y participe. Las relaciones sanas tienen espacio para actividades externas.
- Es un proceso. Puede parecer que todo el mundo en el campus tiene confianza y está conectado, pero la mayoría de la gente comparte la preocupación por encajar y llevarse bien con los demás. Lleva tiempo conocer a la gente y llegar a conocerla. Las relaciones saludables se pueden aprender y practicar, y seguir mejorando.
- Sé tú mismo. Es mucho más fácil y divertido ser auténtico que pretender ser algo o alguien más. Las relaciones sanas están hechas de personas reales.
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