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Deporte y amor

Deporte y amor
Como atletas, independientemente del deporte que practiquemos, todos tenemos algo en común: todos mantenemos una relación comprometida y duradera con nuestro deporte. Aquí tienes 5 maneras de tener una relación con tu deporte.

Deporte y amor

El trabajo y el esfuerzo son un requisito

Estoy seguro de que casi todos los que están leyendo esto han oído o utilizado la frase «el matrimonio/las relaciones son un trabajo» y, al igual que la novia que se queja a sus amigos de que «[inserte el nombre] no se esfuerza», lo mismo se aplica a nuestro deporte.Como atletas, nos han inculcado la ética del trabajo en nuestra mentalidad. Los entrenadores y los compañeros de equipo nos exigen constantemente que rindamos cuentas y, como resultado, hemos aprendido que nuestro deporte puede ser implacable si no damos el 100% de nosotros mismos. Como en cualquier otra relación, si dejas de trabajar y esforzarte, tu deporte no dudará en encontrar un nuevo sustituto. «Como en cualquier otra relación, si dejas de trabajar y esforzarte, tu deporte no dudará en encontrar un nuevo sustituto.»

Pase lo que pase, el amor siempre está ahí

Como todas las relaciones, nuestra relación con el deporte tiene ciertamente altibajos. Es esa relación de amor-odio que nunca queremos dejar pasar. Es cierto que nuestra relación nos hace daño; nos sentimos magullados, maltratados y experimentamos un agotamiento mental, físico y emocional. Se nos empuja hasta nuestros límites y constantemente se espera más de nosotros. Luchamos en batallas cuesta arriba y no tenemos piedad, pero seguimos siendo fieles a nuestro deporte; no le damos la espalda. Nuestro deporte nos hace más fuertes, nos muestra nuestras fortalezas, nos llena de adrenalina y nos recompensa con sentimientos de éxito incomparables con cualquier otra cosa; es por estas razones que nos resulta casi imposible dejarlo.

Experimentamos el crecimiento

Estar en una relación nos enseña mucho sobre nosotros mismos. Nadie es la misma persona que al principio de una relación. Adquirimos atributos, rasgos y mentalidad de otras personas que luego dan forma a lo que llegamos a ser. La relación con nuestro deporte nos proporciona un enorme crecimiento. Cuando empezamos a practicar nuestro deporte, no nos parecíamos en nada a lo que hemos llegado a ser hoy. Es la acumulación de todos los consejos que hemos encontrado, junto con nuestros fracasos, éxitos, dolor y recompensas, lo que ha influido en cómo nos hemos desarrollado como atletas.

No podemos imaginar una vida sin nuestro deporte

La mayoría de nosotros ha experimentado ese momento «What If». Es cuando vemos a estudiantes normales que no saben cómo es una carrera de castigo a las 6 de la mañana, que no entienden el pánico de escuchar las palabras «¡en la línea!», que nunca han pronunciado las palabras «no puedo ir, tengo práctica». Es durante estos encuentros cuando nos preguntamos: ¿Y si? ¿Y si fuera un alumno normal? ¿Y si no estuviera atado a esta relación tan exigente? La verdad es que hemos dedicado tanto tiempo a mantener la relación con nuestro deporte que imaginar nuestra vida sin él es un pensamiento absurdo. No podemos imaginar una vida de futuro en la que nuestro deporte no forme parte de lo que somos.

Finales agridulces y próximos niveles

En cada etapa, vemos a los atletas separarse del deporte de competición, y en cada paso vemos a otros llevar su relación al siguiente nivel. La duración de los días de competición de un atleta varía para todos. A veces el desgaste de nuestra relación saca lo mejor de nosotros, a veces nuestras vidas nos llevan por un camino diferente al del deporte de competición, y otras veces llegamos a un punto en el que nuestro deporte toma la decisión por nosotros. Si pudiéramos practicar nuestro deporte para siempre, lo haríamos. Pero la realidad es que llega un momento en que nuestros días de gloria en el deporte de competición llegan a su fin. Sin embargo, nuestra relación nunca se acaba de verdad. Claro, puede que ya no dediquemos tanto tiempo a nuestro deporte, puede que ya no seamos tan devotos, o simplemente ya no tengamos los medios para mantener el mismo nivel de relación, pero siempre tenemos ese vínculo. Compartimos recuerdos con nuestro deporte, seguimos y nos mantenemos en contacto con nuestro deporte, y siempre tenemos amor por nuestro deporte.

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