Libertad en la relación
En los últimos doscientos años, podemos ver cómo se ha establecido el concepto romántico del amor, de completarse mutuamente, de ser uno y de hacer que cada día de la otra persona sea único al estar a su lado.
Conoces a una persona y todo es maravilloso, los primeros meses todo es nuevo, cada gesto, cada palabra, cada lugar. No quieres separarte de esa persona por nada del mundo, empiezas a crear dinámicas de dos, donde antes erais uno. Esto es maravilloso, pero el tiempo pasa y las dinámicas corren el riesgo de convertirse en necesidades, de manera que todo lo que haces sin el otro se interpreta como egoísmo.
He aquí el error, debemos ser lo suficientemente racionales, por muy irracionales que nos haga el amor, para no perder nuestra libertad, para ser conscientes de que las actividades individuales, los propios amigos y los momentos de soledad, no son más que el aire que necesita la cometa del amor para volar lo más alto posible.
Para fomentar la libertad y la independencia, es imprescindible una comunicación sana y funcional. No debería ser un problema informar a tu pareja de tus planes. No es sano tener que pensar cómo negociar lo que te apetece hacer, como si fuera un trueque, la pareja no es un negocio, debe ser un lugar de confianza y entendimiento en el que volcar todo el bien de ambos.
Cuando se habla en pareja hay que tener en cuenta, por ambas partes, que no sólo se habla con la pareja: se habla con la pareja y su experiencia vital. Es bueno que aquí entren en juego dos actitudes. Por un lado, entender que él/ella tiene que adaptarse a ti, ya que quizás en el pasado ha vivido cosas que ahora le hacen ser una persona desconfiada y temerosa. Por otro lado, entender que no tiene su pasado delante, sino una nueva persona que le dará un nuevo futuro y que será estupendo para ambos.
Disfrutad el uno del otro, compartiendo tiempo de calidad en libertad
La mayor libertad la encontramos cuando aprovechamos nuestro tiempo y le damos calidad, así como cuando apreciamos el tiempo que el otro nos dedica. Generando esta corriente, podremos valorar a la persona que tenemos al lado y cada gesto que tiene con nosotros, sin creer que es «lo correcto» o que está obligado a hacerlo porque es lo que dicta la sociedad para su rol de pareja.
Por lo tanto, como conclusión final, sería bueno recordar que en una pareja el espacio es vital, tanto el compartido como el reservado. De hecho, lo más probable es que favorecer el espacio privado enriquezca también el compartido. Echarse de menos, sentir la necesidad del otro o tener tiempo para la reflexión son ejemplos de esas actividades que pueden aportar mucho a tu pareja y que son difíciles de sentir o hacer si pasáis todos los momentos juntos.
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