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Saber perdonar

Saber perdonar
¿Cómo podemos perdonar cuando nos han hecho tanto daño? ¿Podemos aprender a perdonar?

Saber perdonar

Perdonar no sólo implica una liberación para el que cometió el error, sino que también libera a la persona que perdona. Perdonar no es algo que hagamos por la otra persona en la mayoría de las ocasiones, sino algo que hacemos por nosotros mismos.

Muchas personas son reacias a perdonar porque creen que significa exponerse de nuevo al daño o que la otra persona debe pagar por lo que ha hecho y no merece ser perdonada, pero el perdón es en realidad un acto egoísta, un favor que nos hacemos a nosotros mismos, y la capacidad de perdonar es un signo de inteligencia emocional. Buda decía que «enfadarse es como agarrar un carbón encendido para tirárselo a otro: el que se quema eres tú».

Perdonar no significa aceptar lo que el otro nos hizo o que el otro no tenga que asumir las consecuencias de sus actos, significa liberarnos de las emociones que nos bloquean y nos impiden avanzar. Cuando le preguntaron a Nelson Mandela cómo fue capaz de perdonar, respondió «cuando atravesé la puerta me di cuenta de que si seguía odiando seguiría en la cárcel».

Las consecuencias de no saber perdonar

Nadie pasa por la vida sin ser herido por otra persona. Todos hemos experimentado el dolor de un comentario desconsiderado, un chisme o una mentira. Si has vivido un matrimonio infeliz, la devastación de la infidelidad o has sufrido abusos físicos o emocionales, sabes lo que se siente al ser herido. Es tentador aferrarse a estos sentimientos y construir un muro de seguridad a tu alrededor, pero la mejor manera de sanar es perdonar a la persona que te hirió.

Cuando perdonas a otra persona, ya no permites que su comportamiento te cause ira, dolor, amargura o resentimiento. Cuando eliges no perdonar, eliges aferrarte a tus sentimientos de resentimiento, ira y dolor.

¿Por qué debo perdonar?

Piensa en el perdón como un regalo que te haces a ti mismo. No es algo que hagas por la persona que te ha herido. Es un regalo para ti mismo porque te permite dejar de sentir sentimientos dolorosos y alejar a los demás. El perdón te libera de la ira y te permite restablecer tu capacidad de mantener relaciones estrechas y satisfactorias con los demás.

La ira es una emoción venenosa que proviene de haber sido herido. Cuando estás consumido por la ira y la amargura, te perjudica al menos tanto como a la persona que te ha hecho daño. Es como si estuvieras lleno de veneno. Si estos sentimientos no se resuelven, pueden empezar a devorarte por dentro. Tienes dos opciones: seguir conectado a la persona que te ha hecho daño manteniendo vivos estos sentimientos venenosos, o dejar que los sentimientos desaparezcan y perdonar a la persona que te ha hecho daño. Cuando retengas el perdón, piensa en quién está siendo realmente herido. Es más que probable que la persona que está llena de ira y ansiedad seas tú, no la otra persona.

Lo que no es el perdón

Perdonar a otra persona no significa que no volverás a sentir el dolor o a recordar lo que te hirió. La experiencia hiriente estará en tu memoria para siempre. Al perdonar, no estás fingiendo que el comportamiento hiriente nunca ocurrió. Sí ocurrió. Lo importante es aprender de ello y dejar de lado los sentimientos dolorosos.

El perdón no tiene que ver con el bien o el mal. No significa que el comportamiento de la persona esté bien. No estás excusando su comportamiento ni dando permiso para que se repita o continúe. Cuando perdonas a otra persona, no significa que desees continuar tu relación con ella. Esta es una decisión diferente. Puedes perdonar a una persona y vivir tu vida al margen de ella.

El perdón sólo puede tener lugar porque tenemos la capacidad de elegir. Esta capacidad es un don que podemos utilizar cuando queramos. Tenemos la opción de perdonar o no perdonar. Ninguna otra persona puede obligarnos a hacer ninguna de las dos cosas.

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